Los ratones salían temprano y se dieron cuenta de que el queso iba disminuyendo, hasta que vieron que la pareja de hombres salían más tarde y también comían el queso por ello se agotaba, esto se convirtió en su zona de confort también y a los ratones no les costo cambiar de sitio salir y buscar otra estación en el momento que el queso se agoto, pero los humanos les costo más y uno de ellos no quería salir de la estación por que era como su zona de confort y adentrarse otra vez en el laberinto era su zona del pánico. Su compañero decidió salir a su zona de aprendizaje, porque las cosas no vienen volando si no le das alas. Para ellos esta situación era su zona de pánico, mientras que los ratones lo vieron como una experiencia nueva, y entonces como su zona mágica.
Su compañero al iniciar un nuevo camino fue dejándole mensajes a su amigo con dos intenciones, dejarle el camino marcado y enseñarle lecciones de la vida.
su compañero encontró la fabrica de queso y allí ya estaban los ratones y se ayudaron mutuamente.
A mi este cuento me ha ayudado a darme cuenta de que la realidad que vemos no es siempre la que es, que en ocasiones arriesgarse es bueno, jugartelo todo a una carta, que para que alguien venga volando hay que darle alas y enseñarle el camino, que tendemos a sobreprotegernos por miedo a caer en la misma piedra una y otra vez sin darnos cuenta de que a veces esa piedra va cambiando, que no podemos ir por el mundo metidos en una burbuja para que no nos pase nada porque sino ¿Donde esta la gracia de la vida? que aprendemos de nuestros errores, que mejor ver la zona mágica que la del pánico y nunca quedarte en tu zona de confort por comodidad,. Porque simplemente por eso nos pasamos toda la vida esperando que pase algo, y lo único que pasa es la vida.
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